sábado, febrero 18, 2006

El "Emperador" y yo.


Según Foucault, el poder no es una cosa, no es una propiedad, no es algo que caracteriza a determinadas entidades, no es algo que se posea o se detecte, el poder es una relación, no es algo que esté en sitio alguno, ubicado con nitidez. El poder no es descendente, -imagen tradicional-, el poder es ascendente: no es que lo infiltre todo desde arriba y vaya irradiando y vaya metiéndose en todos los sitios controlándolo todo, es que el poder genera, brota, de todos los ámbitos de lo social. También es cierto que mediante un juego bastante complejo de constitución de “efectos de conjunto”, las distintas formas de poder que brotan en diversos ámbitos de lo social se potencian recíprocamente, para construir grandes tendencias que van a estabilizarse, que van a reforzar aquellas tendencias del mismo tipo que se generan en otros ámbitos de lo social. El poder es ascendente significa que la forma del Estado no es independiente de las relaciones de poder que se generan, que se fraguan, en el tejido social, el poder ahí arriba (El Estado) está constituido, también él, por lo que viene de abajo. En cierto sentido el Estado es el resultado de un “efecto conjunto”, pero cuidado, los centros de poder constituidos por los efectos de conjunto también van hacia abajo, se reproyectan hacia abajo, eliminan, seleccionan, potencian ciertas manifestaciones de poder. Hablar de poder ascendente no significa cerrar los ojos ante el poder del Estado.
Más que concebir el poder como algo que limita y constriñe, hay que verlo como algo que constituye y construye. El poder no es limitador, no es aquello que constriñe al deseo, que le pone sus límites, no es aquello que constriñe al sujeto, no es aquello que constriñe a la libertad; el poder es constitutivo del deseo, es constitutivo de la libertad, es constitutivo del sujeto, está ya en todo eso y, por lo tanto, no hay exterioridad posible frente al poder o a las relaciones de poder.
El poder – y esto es fundamental- no es una instancia negativa, el poder es básicamente productivo. El poder no es algo que dice no, que pone barreras, que limita. El poder es algo que produce cosas, es productivo y esta productividad del poder es lo que nos permite entender la indisociable relación que establece Foucault entre poder y saber, saber y poder. Estamos entre las muchas cosas que produce el poder: nos produce a nosotros mismos. El poder, ya lo he dicho, no funciona según el modelo de la Ley, funciona bajo la forma de la norma, el poder es normalizador.
Y si el poder es una relación, entonces, necesariamente, allí donde hay poder, hay resistencia. El poder no puede ir sólo, no puede ir sin la resistencia, porque el poder se constituye en la relación de fuerzas que se establecen entre entidades. Donde hay poder, hay necesariamente resistencia. Pero, no nos alegremos demasiado rápidamente, esta resistencia no es exterior, no está en una relación de exterioridad en relación al poder. Hay resistencia, pero está dentro de lo que es el entramado del poder, es uno de sus componentes y comparte con él mucho más de lo que podemos imaginarnos. Para Foucault, de lo que se trata es de multiplicar las líneas de resistencia a medida que se desarrollan líneas de intervención del poder y, por eso mismo, Foucault nos dirá que no hay ningún discurso, lamentablemente, que sea intrínsecamente liberador. Tal o cual discurso, tal o cual práctica puede constituir una resistencia al poder en un momento concreto, pero nunca porque sea intrínsecamente emancipador o liberador. Debemos desconfiar de cualquier discurso que pretenda ser intrínsecamente liberador porque ahí empieza, precisamente el peligro.
Foucault: lo que podemos observar tambiénes que no pueden haber relaciones de poder, salvo que los sujetos sean libres... Para ejercer una relación de poder tiene que estar presente cierta forma de libertad, esto significa que en las relaciones de poder hay, necesariamente, la posibilidad de una resistencia, porque si no hubiera posibilidad de resistencia, de resistencia de tipo violento, de resistencia de tipo huida, de resistencia de tipo astucia, de estrategias para cambiar esa situación, para modificarla, pues no habría relaciones de poder; siendo esta la forma general de lo que planteo, me niego a contestar a esa pregunta que a menudo me formulan: “si el poder está en todos los sitios, entonces ¿no hay libertad?” la liberación abre sobre nuevas relaciones de poder, nuevas relaciones de poder que deben ser, precisamente, controladas o que debemos intentar controlar a través del desarrollo de las prácticas de la libertad.

Prof. Tomás Ibáñez. Conferencias dictadas.

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